Hace tiempo que no escribo, como todo lo que tiene riguroso esquema, basta que sea un obligatorio para que algo en mi se rebele en contra... y aquí bien sabe todo el mundo, no hay "mandato" explicito, pero también saben que si han leído un blog o llevan uno adelante, es condición necesaria que éste se actualice con frecuencia... En fin, dicho esto, el tema que realmente me motivó a sentarme a escribir fue la pregunta que me hice viendo mis fotos de viajes: ¿quién podría listar sus puestas de sol? y la respuesta obvia me molesta! NADIE... porque el instante de una foto congela pero no puede revivir ese momento, no puede jamás mostrarte la energía que fluía en aquel ambiente como tampoco puede traerte esa magia otra vez. Más de una vez he visto puestas de sol que me han hecho brotar lágrimas en los ojos y no es que me avergüence de ello, al contrario, aunque comprenda las limitaciones de una imagen también comprendo que puedo revivir la magnitud de aquella emoción evocándo
Si estas viendo la fotografía y no has estado allí seguramente estarás pensando que se trata de algunas de estas posibilidades: - una obra de teatro - una fiesta de disfraces - dos muñecos locos y quien sabe cuántas cosas más! Lejos muy lejos de la verdadera respuesta. Esta fotografía la tomé en Atenas, Grecia, se trata del cambio de guardia que tiene cita todos los días del año frente al monumento del "soldado desconocido" y que comienza a cada hora impar. Los personajes se desplazan haciendo movimientos sincronizados como si fueran su propio reflejo en un espejo lo que hace a este cambio de guardia un espectáculo nunca visto, casi como una danza, despliegan esta suerte de coreografía ensayada quien sabe cuántas veces. Y al terminar como lo hacen las bailarinas de las cajitas musicales, vuelven a su sitio inmóviles, esperando la próxima hora impar...